Seguro que has escuchado esta frase en alguna ocasión. O simplemente ese “no sé” como evasión de responder a la pregunta y/o buscar la respuesta en tu interior. También puede que sea la única respuesta posible porque realmente no lo sabes.
Lo primero es huida o evitación.
Lo segundo es desconexión. Son dos de las tres respuestas que existen ante una vivencia traumática.
La tercera es el ataque. Esta última no suele dejar secuelas porque en el ataque sale toda la energía que se activa en nuestro cuerpo cuando vemos peligrar nuestra integridad física o psíquica.
Solo hay secuelas cuando toda esa energía que emerge del pico de adrenalina y cortisol se queda atrapada en el cuerpo. Y, por más tiempo que pase esa energía no deja de seguir pidiendo salir. Necesita salir a través del cuerpo, que fue su receptor o contenedor. Se mostrará en toda conducta que se asemeje a lo que se vivió o simplemente se revivirá la parálisis que dio lugar al bloqueo de la energía.
Hay situaciones traumáticas muy evidentes. Sin embargo, todas las personas tenemos vivencias traumáticas que quizá objetivamente no se pueden categorizar pero que se vivieron con ese temor por nuestra vida. Quizá sucedió cuando no teníamos la capacidad de defendernos o porque quien podía protegernos no lo hizo.
Nuestro cuerpo es el mapa de lo recorrido en nuestra vida. Y, a través de los síntomas o conductas limitantes, nos muestra lo que está pendiente de liberar. No hace falta conocer lo que sucedió ni volver a revivir el trauma. Solo se necesita conectar con el cuerpo para atender todo eso que aún no se ha permitido ver ni salir.
Las emociones no vividas limitan significativamente nuestra calidad de vida impidiéndonos ser quien realmente somos.
Tras vivencias traumáticas el temor a sentir es el que nos obliga a huir. Ya sea a través de sumergirnos de lleno en nuestros pensamientos ya sea entregándonos al ciento por ciento a actividades de todo tipo que nos aseguren el no poder parar. Ambas opciones nos aseguran el nivel de agotamiento necesario para mantenernos desconectados y ser fugitivos de nuestra propia vida.
¿Cómo saber si hay secuelas de trauma que limitan tu vida?
Observa si tienes conductas desproporcionadas, ya sea por defecto como por exceso, en cualquier ámbito. Puede ser en tu relación con la comida, con el cómo te diviertes o con el cómo te vinculas afectivamente.
A nivel emocional puede que te sientas acorchado o al revés, excesivamente sensible.
Lo más significativo a nivel mental es la hiperactividad, es decir, el no parar de pensar junto con el no poder controlar los pensamientos intrusivos o recurrentes.
Son solo ejemplos de los distintos indicadores con los que el cuerpo nos recuerda su necesidad de volver a él. De vivir en el cuerpo, presentes, de manera consciente. Todo lo demás es vivir en supervivencia siempre huyendo de ti mismo y de lo que hay.
Vivir desconectado no es vivir, es sobrevivir. La vida se vive en el cuerpo no en la mente. Y el cuerpo requiere unos cuidados, una atención y un tiempo.
¿Cómo vives tú? ¿Eres fugitivo de tu propia vida?
Te leo en comentarios.
Si te identificas, quiero que sepas que hay una opción para dejar de huir de ti mism@ y para liberarte de todo ese abanico de conductas limitantes que menoscaban tu libertad.
Te propongo un entrenamiento en volver al cuerpo de una manera delicada sin metas ni presión de tiempo. Solo recorrer el camino de conectarte contigo. Es un hacer terapia sin necesidad de acudir a terapia. Es como seguir un manual de autoayuda aunque con un punto de ayuda en cuanto al cómo hacer o resolver las dudas que puedan ir surgiendo.
Te presento el Proceso Terapéutico Sin Terapia. Es un entrenamiento durante 12 meses, en los que te guiaré y acompañaré en ese a ir volviendo al cuerpo y poder observar lo que necesitas y permitir sacarlo.
Si sientes que puede serte útil, aquí tienes más información. También estoy disponible en hola@lolagomez.es